Nuestro enfoque
En entornos de creciente complejidad e incertidumbre, el planeamiento estratégico prioriza el fortalecimiento de las capacidades y recursos propios.
De la visión a la acción
Ciclo de planeamiento estratégico. De las acciones a los objetivos y de éstos a la misión y visión
En las entidades públicas, el proceso de planeamiento estratégico se inicia con la conceptualización del rol estratégico institucional, expresado en las declaraciones de visión y misión, así como el sistema de valores y lema institucional (Fase conceptual). Luego, en el marco del proceso de diagnóstico, se analiza, primero, el entorno general, específicamente las tendencias generales de carácter político-institucional, económico, social, tecnológico y ambiental; segundo, el entorno especifico, reflejado en las tendencias sectoriales; y, en tercer lugar, el diagnóstico interno, que comprende el análisis de los recursos y capacidades institucionales (Fase de diagnóstico).
Los resultados del análisis externo e interno son resumidos en la matriz FODA y a partir de esta se determinan los Factores Críticos de Éxito (FCE), los cuales constituyen la base para la determinación de los objetivos estratégicos y de las correspondientes estrategias (Fase de decisiones estratégicas). Acto seguido se determinan las acciones estratégicas necesarias para el logro de los objetivos, todo lo cual puede ser sintetizado en el instrumento denominado Mapa Estratégico. (Fase de decisiones operativas). Finalmente, se realiza la selección de los indicadores de desempeño, sobre cuya base se efectúa la programación multianual de metas físicas y financieras. (Fase de programación).
Estructura del plan
En el proceso de planeamiento estratégico el énfasis es puesto en la necesidad de establecer las capacidades clave necesarias para el logro de resultados, lo cual exige brindar una atención especial a la situación de las distintas unidades orgánicas y la evaluación objetiva del desempeño organizacional.
De esta manera, las decisiones estratégicas se sustentan en las capacidades esenciales de la organización, al tiempo que se busca ajustarlas a los requerimientos que surgen de los cambios en el entorno. Esta forma pensamiento subraya que lo más importante de la estrategia son las capacidades internas, pues, debido a la turbulencia del ambiente externo y su cambio constante, resulta muy difícil tomar al entorno como base de la estrategia de la organización.
Desde la perspectiva de las capacidades, los directivos de una entidad son conscientes que si la organización no cuenta con recursos suficientes (personas, know-how, activos tangibles e intangibles, financiamiento, prestigio, alianzas, etc.) para cumplir su misión, ésta no se cumplirá y, a la larga, no se podrán lograr los objetivos estratégicos, poniendo en riesgo su contribución al desarrollo nacional.
Articulación estratégica. El plan operativo despliega los objetivos y acciones estratégicas contenidos en el plan estratégico.
Planeamiento estratégico y desarrollo
Despliegue del plan estratégico. La estrategia insertada dentro del presupuesto y la operativa estatal
En general, debe destacarse que la metodología de planeamiento estratégico se sustenta en tres principios relativos a la gestión por resultados en las entidades públicas:
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Asignación de recursos en función al logro de resultados.
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Traducción de la concepción estratégica a niveles operacionales.
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Rediseño de la estructura organizacional a la luz de la correspondiente concepción estratégica.
Si hubiera que resumir el método general de planeamiento, éste comprendería tres elementos clave: objetivos estratégicos claros (cuya ejecución se traduce en determinadas estrategias y acciones estratégicas), indicadores verificables a costo y esfuerzo razonables; y organización alineada con la estrategia. Desde la perspectiva general del Estado, esta metodología permitiría poner en práctica el principio fundamental de orientar los recursos de la nación hacia el logro de resultados mensurables.
En conjunto y haciendo abstracción de la infinita variedad de campos de acción o sectores o territorios, la definición más esencial de estrategia puede ser la de "orientación a largo plazo de una organización". Sin embargo, estas características pueden proporcionar las bases para una definición más completa: la estrategia constituye la orientación y alcance de una organización a largo plazo, que consigue alcanzar una ventaja en un entorno cambiante mediante una configuración dada de recursos y competencias, con la intención de satisfacer las necesidades de la población objetivo. A su vez, una organización publica es una pieza del sofisticado engranaje destinado a promover la prosperidad del país. Es depende centralmente de la competitividad de sus empresas, pero ella misma no resulta sostenible sin cuidar la equidad social de un lado y la utilización racional de los recursos naturales, de otro.
Plan estratégico y competitividad
Estrategia y competitividad. Eficiencia en el uso de los recursos nacionales
Para elevar la calidad de vida de su población, los países deben competir. No es posible desarrollarse, reducir la pobreza y alcanzar mejores niveles de vida sin tener éxito en la arena competitiva internacional. Esto es resultado de la globalización y no es una decisión opcional. Todos los países participan en la competencia internacional: un país puede ganar o perder, pero no se puede excluir. Se compite por los mercados, por las innovaciones, por la tecnología e incluso por imponer una cultura. Como señala Porter, la prosperidad está determinada por la competitividad de una economía, la cual depende tanto de la dotación de factores como de la eficiencia con que éstos sean utilizados.
La dotación de recursos afecta directamente la prosperidad de los países a través de los recursos naturales heredados, tales como la ubicación geográfica, la configuración costera, los recursos hidrobiológicos o un mercado interno de regular tamaño. La privilegiada dotación de factores naturales de un país, sin embargo, no debe ser en ningún caso razón para dejar de desarrollar ventajas competitivas basadas en las capacidades humanas y, de este modo, añadir a la riqueza heredada una riqueza producida, sustentada en la eficiencia siempre creciente en el uso de los recursos naturales. La productividad es la base de la competitividad.
Por otra parte, la competitividad de un territorio se expresa en los niveles de producción, exportaciones y empleo. En un nivel superior, estos factores se traducirán en mayores ingresos: para las empresas, familias y para el propio Estado. Ello, conjuntamente con otros factores mayormente intangibles y subjetivos pero igualmente importantes, determina la calidad de vida de la población.
El desarrollo consiste en la elevación constante de la calidad de vida de la población y se logra, según lo atestigua la experiencia mundial, mediante el incremento de la competitividad de los productores, la distribución justa de los beneficios del progreso y el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales. Si bien las necesidades pueden ser infinitas, pues estas cambian con el tiempo y varían en función de países, sociedades y contextos históricos diversos, el concepto de desarrollo siempre comprenderá cuando menos tres oportunidades esenciales: disfrutar de una vida prolongada y saludable, adquirir conocimientos y tener acceso a los recursos necesarios para lograr un nivel de vida digno.
Estrategia contra pandemia
Planeamiento estratégico ante la pandemia. Con sólidos cimientos macroeconomicos el país reactivará su economía
Hoy el Perú, como el resto del mundo, vive un momento crucial de su historia a raíz del brote del COVID-19. Debe hacer una pausa en su larga carrera hacia el desarrollo para superar la crisis del COVID 19. Y no son pocos los que piensan que la cuarentena ha fracasado.
Surge entonces la pregunta: ¿Que habría ocurrido si en el Perú no se hubiera hecho cuarentena? Existen dos escenarios contrafactuales: (1) Sin cuarentena, para evitar la pérdida de ingresos; (2) Con cuarentena parcial, para no perder muchas vidas ni perder muchos ingresos. Tomando como referencia el estudio de Camdbridge, en un escenario sin cuarentena la pérdida hubiera sido el doble y por partida doble: el doble de vidas perdidas y el doble de PBI perdido, en relación al escenario con cuarentena.
En cuarentena parcial, siempre según Camdbridge, se habría logrado reducir costos, tanto en términos de vidas humanas como de PBI perdido. En realidad, es lo que en la práctica se ha hecho en Perú, aunque de modo sub optimo, al mantener activos ciertos servicios esenciales. ¿Qué hacer en adelante? Afinar nuestro modelo: delimitar mejor el núcleo de trabajos esenciales y ampliarlo paulatina y cuidadosamente, mejorando al mismo tiempo la ayuda social a quienes por razones técnicas deberán continuar en cuarentena. Pero, mejorar el modelo implica también mejorar el estilo de liderazgo: más ciencia, menos ideología; más confianza ciudadana y cooperación público - privada, menos burocracia; mas apertura política, menos enfrentamiento tribal.